I
La primera vez que volteé y vi ese marasmo de personas caminando de un lado a otro no reconocí a nadie, pero sí se me hizo familiar el lugar en donde yo estaba parado, como si hubiera estado ahí antes, parado en un punto exacto donde vista que tengo me hace sentir más fuerte está sensación. La mujer que camina conmigo, que va conmigo, que mira igual que yo a esa enorme multitud de gente, parece que no se ha dado cuenta de extrañeza y camina normal, sólo la expresión de sorpresa es la que distingo en ella.
La segunda vez que vuelvo a voltear, exhorto en mis pensamientos, porque mi mente se esfuerza en intentar reconocer algo que me diga el por qué siento que ya estuve aquí, la segunda vez miro con más atención y busco signos y símbolos, caras y atuendos. Pero no hay nada.
La tercera vez que miro veo todo, en general, sin ponerle atención a cosas en especifico, y es aquí cuando me doy cuenta por fin...
II
Vamos Edith y yo al parque centrar del pueblo, venimos de visita, a ella se le antojaba ver a unos primos cantantes. Desde hace tres meses juntamos el dinero para ir por nuestra cuenta y caerles de sorpresa, pero hubo dificultades que aplazaron la fecha y realmente fueron cinco meses los que tuvimos que esperar. Ahora, que nos faltaba poco para llegar, Edith quiso mostrarme el parque que visitaba de niña, así que nos desviamos un poco de la ruta planeada, en verdad son once cuadras antes de llegar.
III
Era Penélope lo que me parecía familiar en ese parque, once años tiene que no la había visto. Entre esa multitud de desconocidos, en el centro del parque estaba ella, apoyada en un árbol que empezaba a deshojarse, la hojarasca hacía que todo esto pareciera un recuerdo melancólico. Su mirada se concentraba en las hojas de un libro que no alcancé a ver bien, sus ojos eran los de siempre (la palabra siempre suena tan rara con ella, porque es todo lo contrario). Y volteó y me vio, y con una sonrisa y lágrimas en los ojos me saludo y me envió un beso.
IV
Edith juega, yo sonrío y extiendo mis manos al igual que ella cada vez que el columpio hace que se acerque a mí, Edith canta y baila al son de sus música interna, Edith dice cosas sobre su infancia, Edith habla contenta, Edith me besa, Edith me hace el amor en silencio cuando en noche yo pienso en todo esto que me esta pasando ahora, sus palabras son mágicas porque ella es una maga de la vida.
V
Murió hace once años, las flores que me regaló se extienden por todo el jardín. Su tumba huele a rosas y a una primavera lejana, que recuerdo muy poco. Tal vez no era necesario llorar tanto por ella, sino ser positivo, quizás exageré gritando y despertando tantas veces después de su entierro, pero lo hice. A Penélope le gustaba enseñar, y aprendí tanto de la vida, y es por eso que me duele vivir ahora.