sábado, 29 de noviembre de 2014

Encendido, borrado y más.


Ausente, desconocido, lejano, anónimo, vacío, inconsolable, indescifrado, muerto, abandonado, desprendido, escondido, enredado, indiferente, preocupado, cansado, cerrado, desnudo, lágrimas, blanco, aire, reflejo, escombros, silencio, menesteroso... tanto puedo ver en un espejo, tanto puedo ver en mí mismo.

Y es tan real estar presente. Tan vivo estar muerto. Un fantasma para un fantasma, algo que tiene una distancia, pero que no se aleja de mi ser.

¿Te pasará a ti?


He comprado un libro de brujería. Lo conseguí en un callejón. Un tipo extraño, ataviado todo de blanco, con un collar de piedras de colores me lo ofreció cuando pasaba por ahí. La portada es hermosa, tiene algo parecido a un mándala, un sol dibujado en el centro con una cara humana, le da un toque extraño.
  Esto que digo pasó hace dos días. La primera noche que estuvo en la habitación fue cuando comenzaron los sonidos, me despertaron. Fue rarisimo, porque ni me di cuenta de cuándo me desperté, un ritmo desprendía de la noche su quietud, una música que daba la impresión de gente, de instrumentos elementales.
  Ya en la tarde del primer día trascurrió normal todo, la escuela, la comida, el tráfico, en fin. A la hora de dormir, cuando entré en mi cuarto, sentí un peso en mi cuerpo, mas no estaba cansado, un brumoso aroma destilaba en él. Sembrado de dudas decidí acostarme. En los sueños que tuve, recuerdo vagamente ciertas imágenes que no son comunes que las sueñe. Primero un atardecer en reversa, el agua de un lago se iluminaba, cinco mujeres, cuatro hombres y tres niños que en corro se tomaban de las manos, yo estaba en el centro. Igualmente desperté, pero me sorprendí cuando vi fuego que brotaba del libro de brujería, el cual estaba tirado en el suelo. Me levante rápido por agua, más asustado estaba del fuego. Y cuando llegué ya no había nada, ni las llamas ni el libro en el suelo, me quedé en duda, a parte, de si las llamas eran azules o verdes.
  Ahora veo como va cayendo el libro, con su hojas revoloteando y su gruesa portada donde alcanzo a ver a penas que ya no tiene un sol, sino un eclipse. Con todas mis fuerzas lo he lanzado al vacío que debajo de este enorme puente me ofrece. Lo he hecho porque esta tarde vi al tipo que me lo vendió, era una mujer ahora, su vestido negro y su collar blanco. Pero ahora solamente espero que desaparezca.  

domingo, 23 de noviembre de 2014

A la noche le sigue un pensamiento.

   Y de pronto me despierto en medio de la noche, veo la obscuridad extraviado, perdido en mí mismo. No reconozco las paredes y mucho menos la cama en donde estoy envuelto en una sábana. Quieto, la memoria recuerda este sueño del que me he levantado, que poco a poco se pierde entre las profundidades de los recuerdos. Siento el brazo de una mujer en mi panza, recostada junto a mí, duerme su sueño. Me doy cuenta ahora, paulatinamente con todo esto, ya veo un poco mejor, no es que tenga buena vista, más bien soy un poco ciego. Pero ahora está torpeza mí de asustarme por no reconocer en dónde estaba me parece una exageración.
  Quiero ver el sueño, pero vagas imágenes aparecen lejanas, un bosque en medio de una ciudad que se vuelve un salón de clases, hablo con un amigo y cuando termina la conversación estamos sentados en un parque. Ustedes lo sabrán, esa forma en cómo transcurre un sueño que estás en un lugar y terminas en otro sin darte cuenta y ese cambio es lo más natural en tu escena.
  Basta, estoy pronunciando en voz alta estas divagaciones, la voy a despertar, y mira que ella le cuesta más trabajo volverse a dormir....