domingo, 25 de enero de 2015

Venus en sí, y más lejos.



De nuevo Venus en el fin de un horizonte desplegado frente a mí, pero es la vista hacia arriba, no la de frente. Las luces lejanas crepitan, una bifurcación entre la realidad y el sueño empieza a dividir mi estructura, un camino sin dirección. Y es Venus que penetra como un dulce veneno, potente y y misteriosamente divino. Pero me da igual el nombre que tenga, siempre estará lejos de aquí, más allá del infinito espacio que divide los astros.
  De repente el movimiento sutil de unos labios trae de vuelta mi conciencia. Me sorprendo en silencio, ya que en verdad no estoy mirando al cielo, estoy acostado y encima de mí la mujer amada, todo un aire que oprime el pecho, la textura de la noche en su piel. La estoy mirando a ella, a sus penetrantes ojos que difuminan otra profundidad que es, que nadie más que ella conoce. Venus está dentro de P... y he empezado a acercarme más y más a su mundo.