domingo, 31 de mayo de 2015

Estrellas en el iris.


  Muerde mi labio aquella mujer que no reconozco, es agresiva y cariñosa, llora al pensar su pasado, se burla de mí. Me abraza otra vez cerca de la ventana, donde podemos ver la lluvia como una proximidad de un contacto, del placer consumiendo velozmente los instintos de feroz animal, de descubrirnos el uno al otro. Este tiempo sabe distinto, a alcohol y a una guitarra que ninguno de los dos sabe tocar, música de fondo y silencio largo. Nos permitimos entrar, nos confundimos, nos alteramos.
  Pero por más que trato de buscar en ella un signo, una mirada, un gesto, no sé bien quién es ella. Me mira diferente ahora mismo, viene a mí con un instinto de ahorcarme, asfixiarme quitando de mí el aliento con su paulatino beso, maduro y dulce, de sus labios.
  Pero por más que me resista también sucumbo, me derrumbo en mitad de la batalla y comenzamos ese juego de todos, las reglas casi nadie las sabe por completo. Con dados o sin ellos le propongo el recuerdo y el olvido. ¿Quiénes somos para elegir eso?
  Y ahora estoy aquí, imaginándola, la dibujo en mi memoria, su ombligo es el centro para comenzarla... ¿al final sabré cuál será su rostro? pero ahora no la reconozco.