Hay poemas, frases de grandes pensadores, pinturas, canciones, escenas de películas que se quedan grabados en la mente, diría que hasta en la piel o en la mirada. En mí caso, más o menos de un par de días para acá, me he llenado de poesía. Por ejemplo, leí "Algo sobre la muerte del mayor Sabines"; atravesé el poema casi ido, si no fuera yo el que hablaba al leerlo, tuvo que ser mucha gente en mí, una ráfaga de figuras y de qué pensar ahora. El la primera parte casi hasta el final, dice:
Eras, cuando caía, eras mi abismo,
cuando me levantaba, mi fortaleza.
Eras brisa, sudor y cataclismo,
y eras el pan caliente sobre la mesa.
Se me a quedado grabado muy fuerte. Me siento en un equilibrio frágil. La poesía viene y vana en el movimiento de la ciudad, pero a veces, mientras camino en una calle, al pasar por un parque, al entrar y salir de las puertas; viene a mí el fragmento. No sé si a rescatarme o a ponerme en duda de lo que estoy haciendo y para qué lo estoy haciendo.