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sábado, 2 de agosto de 2014

Poema del sábado: XVI


Acúsome, Señor, de haber amado,
de haber soñado más que haber vivido,
de más haber dudado que creído,
de haber menos reído que llorado.

Acúsome, Señor, de haber buscado
de arte santo en la embriaguez, olvido,
para todos los bienes que he perdido,
para todos los males que he encontrado.

Señor, único espíritu sereno:
dime, juzgando todas mis flaquezas,
si al mal, menos que al bien, he sido ajeno;

y si encuentras en mí, sólo tibiezas,
dame más vida para ser más bueno,
¡aunque me des con ella más tristezas!

               (Francisco Javier Moreno)

sábado, 26 de julio de 2014

Poema del sábado: Un despertar

Dentro de un sueño estaba emparedado.
Sus muros no tenían consistencia
ni peso: su vacío era su peso.
Los muros eran horas y las horas
fijas y acumulada pesadumbre.
El tiempo de esas horas no era tiempo.

Salté por una brecha: eran las cuatro
es este mundo. El cuarto era mi cuarto
y en cada cosa estaba mi fantasma.
Yo no estaba. Miré por la ventana:
bajo la luz eléctrica ni un alma.
Reverberos en vela, nieve sucia,
casas y autos dormidos, el insomnio
de una lámpara, el roble que habla solo,
el viento y sus navajas, la escritura
de las constelaciones, ilegible.

En sí mismas las coas se abismaban
y mis ojos de carne las veían
abrumadas de estar, realidades
desnudas de sus sombras, Mis dos ojos
eran almas en pena por el mundo.
En la calle sin nadie la presencia
pasaba sin pasar, desvanecida
en sus hechuras, fija en sus mudanzas,
ya vuelta casas, robles, nieve, tiempo.
Vida y muerte fluían confundidas.

Mirar deshabitado, la presencia
con los ojos de nadie me miraba:
haz de reflejos sobre precipicios.
Miré hacia adentro: el cuarto era mi cuarto
y yo no estaba. Al ser nada le falta
--siempre lleno de sí, jamás el mismo--
aunque nosotros ya no estemos... Fuera,
todavía indecisas, claridades:
el alba entre confusas azoteas.
Ya las constelaciones se borran.
        
                                         (Árbol adentro, Octavio Paz)