viernes, 12 de julio de 2013

Sobre- Fragmento de Rayuela (capítulo 18)



No ganaba nada con preguntarse qué hacía allí a esa hora y con esa gente, los queridos amigos tan desconocidos ayer y mañana, la gente que no era más que una nimia indecencia en el lugar y en el momento. Babs, Ronald, Ossip, Jelly Roll, Akhenatón: ¿qué diferencia? Las mismas sombras para las mismas velas verdes. La sbornia en su momento más alto. Vodka dudoso, horriblemente fuerte. 
Si hubiera sido posible pensar una extrapolación de todo eso, entender el Club, entender Cold Wagon Blues, entender el amor de la Maga, entender cada piolincito saliendo de las cosas y llegando hasta sus dedos, cada títere o cada titiritero, como una epifanía; entenderlos, no como símbolos de otra realidad quizá inalcanzable, pero sí como potenciadores (qué lenguaje, qué impudor),como exactamente líneas de fuga para una carrera a la que hubiera tenido que lanzarse en ese momento mismo, despegándose de la piel esquimal que era maravillosamente tibia y casi perfumada y tan esquimal que daba miedo, salir al rellano, bajar, bajar solo, salir a la calle, salir solo, empezar a caminar, caminar solo, hasta la esquina, la esquina sola, el café de Max, Max solo, el farol de la rue de Bellechasse donde... donde solo. Y quizá a partir de ese momento. 
Pero todo en un plano me-ta-fí-sico. Porque Horacio, las palabras... Es decir que las palabras, para Horacio... (Cuestión ya masticada en muchos momentos de insomnio.) Llevarse de la mano a la Maga, llevársela bajo la lluvia como si fuera el humo del cigarrillo, algo que es parte de uno, bajo la lluvia...

Sobre- Libros atacados


En el prólogo del Lazarillo de Tormes se dice:
  Y a este propósito dice Plinio que no hay libro, por malo que sea, que no tenga alguna cosa buena. Mayormente que los gustos no son todos unos; mas lo que uno no come, otro se pierde por ello.
  Y así  vemos cosas tenidas en poco de algunos, que de otros no lo son.
  Y esto, para que ninguna cosa se debería romper ni echar a mal, si muy detestable no fuese, sino que a todos comunicase. Mayormente siendo sin perjuicios y pudiendo sacar de ella algún fruto.




En este tiempo sirve bastante lo que se dice en este prólogo. Ya que he visto, leído y hablado con mucha gente que ataca los libros de Paulo Coelho, a los de Harry Potter, la saga de Crepúsculo, también a los de Carlos Cuauhtemoc Sanchez. No son libros malos ( he leído un poco de cada uno y me han gustado). Los critican mal, te hablan de ellos como algo totalmente repulsivo a la sensibilidad artística o intelectual. Pareciéndose esto, muy a la par, con la música y el desprecio de muchos al Reggaeton y la absurda adoración de su contrario: el Rock (en cualquier rama o género de éste).


¿Por qué odiar?, ¿por qué detestar algo en común cuando no tiene nada de malo?. parece, entonces, que hay un instinto de seguir a los demás malentendiendo las cosas, dando un odio.

Centralizar un "odio común", a algo o a alguien  ,y pensar que así se encaja uno mejor en un ámbito social, seguir una moda dejando todo juicio de gusto.

Es que también exigen o comparan los libros populares con libros casi perfectos. Qué libro le llega tan sólo a los talones, por ejemplo, al Don Quijote, a la Divina Comedia, a Rayuela, al Extranjero de Camus.

Es recomendable que saquen solamente un fruto de cada libro que lean.

Y más adelante en Lazarillo dice Lázaro: "¡Cuántos debe de haber en el mundo que huyen de otros porque no se ven a sí mismos!". Hablando de estos temas cambiaría yo la frase: ¡ Cuántos debe de haber en el mundo que critican mal de otros cuando no se han visto a sí mismos!.

Auto-critico, después critico.  






Un poema de...


SITIO DE AMOR

Sitio de amor, lugar en que he vivido
de lejos, tú, ignorada,
amada que he callado, mirada que no he visto,
mentira que me dije y no he creído:

(Ésta es la última vez que yo te quiero.
En serio te lo digo.)

Cosas que no conozco, que no he aprendido,
contigo, ahora, aquí, las he aprendido.

En ti creció mi corazón.
En ti mi angustia se hizo.
Amada, lugar en que descanso,
silencio en que me aflijo.

(Cuando miro tus ojos
pienso en un hijo.)

Hay horas, horas, horas, en que estás tan ausente
que todo te lo digo.

Tu corazón a flor de piel, tus manos,
tu sonrisa perdida alrededor de un grito,
ese tu corazón de nuevo, tan pobre, tan sencillo, 
ese tu andar buscándome por donde yo no he ido:

Todo eso que tú haces y no haces a veces
es como para estarse peleando contigo.

Niña de los espantos, mi corazón caído,
ya ves, amada, niña, qué cosas dijo.

Un nuevo mundo



El amor o el deseo de amar provoca en mí un nueva visión. Lo increíble del amor. 

¿Qué es lo que cambia?. Me sorprende el hecho de que la realidad se distorsione tanto con el amor que destruya todo lo que eres. Encontrándolo me convirtió en algo que no soy. Una garantía aparece, una tentativa y un inescrutable sentimiento aparece en cada cosa que ves: la realización, la felicidad y el misticismo.

Todo es amor después del amor. Un árbol, una flor, un beso, una mujer, un cualquier cosa es amor; y solamente se necesita cerrar los ojos y pensar, ¿en qué? en ella, en él, en las manos juntas, en las bocas que se tocan y la pasión que se siente como un fuego dentro.

Enamorado tiene uno que andar por la vida. Todo te recuerda que estás amando. Y en el dolor Amor, en los sueños, en la nostalgia de las nubes más blancas, en el horizonte más gris te sientes identificado, ¿con qué? con todo lo pobre que eres sin el amor. Es una belleza dada desde dentro.

Eres la fuente y el pozo, el piso sólido, la base, el sufrir y mi pena. Existe siempre un equilibrio: amo, pero debo sufrir. Cuando lloras y te veo a los ojos como buscando tu dolor soy feliz, me encanta verte llorar.

Es un nuevo mundo el que se descubre y se siente, el que se goza y sufre cuando amas. Quedándose uno en el otro. 

Te cambia tanto amar que  ni siquiera actúas de forma normal o natural con la persona que amas. Te quita muchas máscaras pero te hace ponerte una nueva, una transparente.


martes, 9 de julio de 2013

Sobre- Un pensamiento


Qué es lo que tengo que decir y qué es lo que tengo que callar. Hasta donde tiene que llegar nuestra libertad de expresión

Puedo decir por ejemplo: Me gusta el cuello de mi mujer y el olor de la cama en la mañana; puedo decirlo sin llegar a un absurdo de expresar cualquier cosa, cuando en verdad no es algo poético lo que se dice sino un simple dialogo común y corriente.
Pero lo que importa es conversar anulando todo esfuerzo de intelectualidad para llegar de una forma más apropiada de la comunicación que nos rodea tan normalmente hablando.

Lo que digo lo digo con la mayor sencillez. Es ésta una frase apropiada si lo que uno quiere comunicar es la simpleza de su regular decir.

Tengo que reformar y reconstruir mi forma de expresión. Algo parecido como a una platica o una carta que tarda mucho en llegar. Tengo que leer mucho y entender mucho más sobre todo para no decir nada.

Un odio diferente


No lo sé. Hay días, muchos, muchos días en que no puedo dormir. Un insomnio provocado por un fuerte sentimiento de perdida.

Te he perdido (no hay duda), no me importaría si no fuera por esta sensación, esta cosa punzante que me quita el sueño, que, acostado, me aplasta como una pared. Y que en ocasiones ese pesar aparece en cualquier hora del día, interrumpiéndome haciendo toda mi fabulosa y secreta rutina.


Te amo y te odio, pero más te odio por provocarme ésto. En verdad ¿eres tú o yo? es lo que no sé.


Tengo que decirte que ahora estoy profundamente hundido, antes no había razón para sentirse así; pero hoy soy algo que esta perdido, extraviado. Me he decepcionado, me he impresionado y sofocado por todo lo que soy en este momento. En mí, y en todo lo que me rodea, estoy desorientado.


Ya no quiero amarte hoy ni mañana; no tengo, y, mucho menos, siento la necesidad de quererte. Me fastidia y me conmueve, hasta el punto de incomodarme mi coraje y hasta el punto de que se me haga un nudo en la garganta; el hecho de que tenga que escribir y buscarte, de decirte la maldita verdad de mi persona. Tengo que decirte que amo a alguien más (la verdad que sí), que soy un fracasado, y ésto te lo digo para que sientas culpa de mi desgracia (compartir el dolor); que ya no me interesas. ¿Qué más le puedo decir a este dolor?. Te lo digo y tú me escuchas (¿me escuchas, en serio me escuchas?), te me quedas viendo con unos ojos (hermosos) impenetrables. Y empezamos a filosofar tendido del sí y del no. Tu vida y la mía.


Lo peor es que ni siquiera eres ni un espejo ni un reflejo de lo que soy, ni te pareces a mí. Antes sí, antes, amor, tenías un dolor de soledad, un sentimiento de incomprensión, tenías una herida abierta que yo cerré (lo hice) y te olvidaste de mí como yo de ti por una estúpida e increíble tentativa de que estuviéramos bien, nos intentamos cambiar el uno al otro.


Tienes que leer ésto cada año o cada década y llegara el día en que comprendas lo que siento ahora. El insomnio verdaderamente filosófico y siempre destinado a recordarme lo que fui desde muy lejos.


¿Es justo atacarte?, ¿es justo sentir todo esto?. Quiero atacarte de la forma más romántica, ipso facto no hay justicia ni corrupción en el amor de verdad. Yo amo, tú amas, ellos nos aman, amamos.


No he salido de mi tristeza, es perpetua y me satisface sentirla. Tristeza y felicidad están totalmente y en perfecto equilibrio casi todo el tiempo.


¿Soy malo conmigo mismo, soy perverso o lo soy contigo?