miércoles, 11 de diciembre de 2013

Dafnis y Cloe (Longo)


25. Un mediodía, mientras los rebaños yacían a la sombra, durmióse Cloe al son de la flauta de Dafnis y éste al advertirlo, cesó de tocar y contemplándola embelesado, sin sentir vergüenza alguna, dijo estas palabras: "¡Cómo duermen sus ojos! ¡Cómo alienta su boca! ¡Ni las manzanas ni el romero florido exhalan un perfume tan suave! No me atrevo a besarla, sin embargo, porque su beso punza y enloquece como la miel nueva. Además, temo despertarla. ¡Impertinentes cigarras que no permitiréis que duerma cantando de ese modo! ¿Y esos chivos que se pelean a cornadas? ¡Oh, lobos más cobardes que zorras! ¿Por qué no acudís a robarlos ahora mismo?" 

domingo, 8 de diciembre de 2013

El ahora.



Nuestra forma de ver las cosas ha cambiado. Nuestros juicios ya no están saturados de pretensión como antes. No nos empeñamos en que el hombre desciende del espíritu ni de la Divinidad; lo hemos vuelto a colocar entre los animales. Es, para nosotros, el animal más fuerte porque es el más astuto; nuestra espiritualidad es una consecuencia de ello. Por otra parte, nos resistimos a otra vanidad que también quisiera alzar la voz: la de considerar que el hombre es el gran designio secreto de la evolución animal. No es la culminación de la creación; cada ser tiene en su género el mismo grado de perfección.