miércoles, 30 de abril de 2014
Una carta, Paloma, para mí.
"Ella ya vive otra vida; no sé quién es ahora", he pensado mucho en éso, no quiero poner un pasado en mi presente como una barrera que cubre el camino. Sería sencillo olvidarla , no pensar nunca más en las secretas horas que compartí con ella; lanzar su memoria a un pozo, o enterrar aquel amor compartido en una cajita, lejos de mí. Sería fácil olvidarme de su cara, de sus manos apretando las mías, de su cuerpo-sueño, de su pensamiento y del llanto que tenía encerrado.
Pero ahora que no está, y pretendo olvidarla, más la recuerdo. La veo en frente de mí, a unos cuantos pasos, que es una distancia suficiente como para no alcanzarla y para que no me escuche. Sería fácil pretender que no ha pasado nada, que de verdad nunca estuvo aquí y que no duele su falta. Y me doy cuenta de que forma trabaja su recuerdo en mí, se me aparece al azar: en los ojos del espejo, en la caída de una hoja ( ¿qué tiene que ver una caída con ella, si siempre fue un vuelo?), en la calle; pero donde más se me da el recordarle es en los sueños, y no porque yo quiera, es algo más adentro de mí que la llama, que pide con urgencia su presencia, inagotable luz, sombra entre voraces gritos.
A mí me toca olvidar, a mí me toca tener las pesadillas y tener una pesadumbre en mis manos, pero prefiero recordar, subvertir la pesadilla en sueño y amar.
lunes, 28 de abril de 2014
Lo que no hay que hacer.
Hay muchas cosas en las que no creo, desde pensar que pasar por debajo de una escalera trae mala suerte, hasta no tener una idea clara de lo que es Dios. Las formulas del destino y los gatos negros que pasan enfrente de mí no me preocupan.
No tengo idea de donde viene ese pensamiento que me hace ignorar las creencias. A veces en las conversaciones de familia salen historias de esas creencias; por ejemplo, lo de ver que de un lugar salen llamas y rápido pensar que hay dinero enterrado; los sueños que pronosticaron eventos de fortuna o desfortuna. De seguro todas las familias tendrán para contar relatos parecidos.
No quiero hablar mucho del tema porque también lo desconozco. Hablo ahora de ésto ya que me ha ocurrido algo que tal vez si me haga cambiar de parecer con estos temas.
Una ocasión vino una amiga mía a la casa, es una amiga que quiero mucho, siempre es aprender nuevas cosas con ella. Pasó el rato cuando noté que tenía un collar con una piedra negra, que colgaba con inusual misterio, parecía que flotaba; era una clase de hoyo negro que solamente conduce a su centro los pensamientos. Le pregunté a ella que qué era ese collar, tratándolo como si fuera una pregunta sin importancia. Hice mal, porque al momento de decir la pregunta lo toqué, rápidamente me lo quitó de la mano y dijo que "si alguien más, que no fuera ella tocaba, tocaba el collar le pasaban cosas malas". El miedo me atacó, y eso que no creo en el poder de las piedras o cuarzos, me aterró la idea. No quise aparentar miedo (tonto de mí) y lo volví a tocar para ver la reacción de ella. Aquí comenzó todo, pienso yo, porque al momento de tocarlo no es que le pasaran cosas malas, más bien a mí me empezaron a suceder. En primer lugar, e instantáneamente, se enojó conmigo y desde que se fue ella, no me ha vuelto a dirigir la palabra (van como dos meses). Después una tras otra: en la escuela me fue mal en una materia, mi madre se puso mala de la hipertención (la peor de todas), me he sentido mal de salud.
Eventos que merecen el miedo. Siempre hay que dudar, pero a veces es muy difícil interpretar los eventos que no podemos explicarnos.
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