Estaba soñando otra vez, la forma de su cuerpo me cubría, el tacto de fantasma se apretaba contra mí. La vi más viva que antes, de todos aquellos recuerdos de hace mucho. Sentí haber saltado de un sitio interminablemente alto. La humedad pura de sus besos me despertaban más, o quizás me hundía en la penumbra del lugar sin sentido. No lo sabía, porque en ese momento me dejaba guiar por sus palabras, sus ojos entretejían el infinito.
Mis manos recorrían su traslucido cuerpo,estaba hecha de arena cálida, y no se deshacía con las olas que íbamos creando. Su voz era una brisa. El sabor de su cuerpo era único y dulce.
Contemplé una galaxia que giraba en su interior, el dolor del animal cazado, el tiempo de una roca, el nacer de una tormenta. Me perdía y ella me traía de vuelta. Toda ella, un camino sin rumbo.
En la serenidad de su existencia desapareció lentamente, no pude despedirme, no alcancé a besar sus manos y la herida en el pecho apareció. No es preciso el instante cuando me dí cuenta de que ya no estaba soñando.
Nezahualcóyotl huía con su padre, Ixtlilxóchitl, de los hombres de Tezozómoc, que estaba invadiendo Texcoco. El padre vio que sus perseguidores los alcanzaban y le dió la orden a su hijo de ocultarse en un árbol, un capulín. Después le encargó la venganza y la recuperación del trono. El joven príncipe vio desde lo alto como su padre enfrentó, luchó con coraje y honor. Nezahualcóyotl sufrió mucho en esos tiempos. Compuso un poema hermoso:
En vano he nacido
en vano he venido a salir
de la casa del Dios a la tierra.
¡Yo soy menesteroso!
Ojalá que en verdad no hubiera salido,
que de verdad no hubiera venido a la tierra.
¿Qué es lo que haré?
¿vivo frente al rostro de la gente?
¿Qué podrá ser?
¡Reflexiona!
¿Habré de erguirme sobre la tierra?
¿Cuál es mi destino?
yo soy menesteroso,
mi corazón padece,
tú eres apenas mi amigo
aquí en la tierra
¿Cómo hay que vivir al lado de la gente?
¿Obra sin consideración
el que sostiene y eleva a los hombres?
Me he doblegado
sólo vivo con la cabeza inclinada
al lado de la gente.
Por eso me aflijo,
¡Soy desdichado!
Estoy avanzando
aquí en la tierra.
¿Cómo lo determina tu corazón,
Dador de la vida?
¡Salga ya tu disgusto!
Extiende tu compasión.
Estoy a tu lado, tú eres Dios
¿Acaso quieres darme la muerte?
(Traducción de Miguel León-Portilla)
El amor que siento por ti es fuerza y motivación. Cada día intento esforzarme para tener un buen futuro, una meta que seguir, un sueño en que pensar. Tal vez, por lo lejos que te encuentras no lo notes, pero gracias a que existes has cambiado positivamente una vida.
Cada logro que tengo te lo dedico a ti, mi salvadora. Paloma, te encuentras lejos, puede ser que no veas lo que estoy haciendo, o que nunca lo veas; eso me pone triste, pero me gana más la idea de ti. Y sin embargo estás aquí; en cada oportunidad haces acto de presencia, ya que te guardo en el corazón.
Una Diosa que adoro, un ave que me ha enseñado a volar, una vida con vida. Eres muchas mujeres y te siento una misma. Algún día te podré ver otra vez a los ojos y te digo "te amo".
Libros: encontré que podía escapar de mí mismo leyendo. Ir y con mucho esfuerzo volver del sitio donde no soy yo. Una realidad ilusoria, un deseo profundo de quedarme en ese sitio. Dejar de pensar de que existe algo llamado "tiempo".
Amor: descubrí que podía escapar de mí mismo amando. Ir y con mucho esfuerzo volver del sitio donde ella se enlaza con mi yo. Una realidad ilusoria, un deseo profundo de quedarme en su cuerpo. Dejar de pensar que existe algo llamado "soledad".
Religión: supe que podía escapar de mí mismo en la verdad. Ir y con mucho esfuerzo volver del sitio donde la iluminación se encuentra en el yo. Una realidad ilusoria, un deseo profundo de combatir el mal. Dejar de pensar que existe algo llamado "sufrimiento".
Política: observé que podían forzarme a salir de mí mismo. Ir y con mucho esfuerzo volver del sitio donde no puedes ser yo. Una realidad ilusoria, un deseo profundo de obedecer sin pensar. Dejar de pensar que existe algo llamado "unión".
En aquel sueño tenía el impulso de entrar, la tierra húmeda y cálida por debajo de las sombras de los árboles que se encontraban al principio me agrandaba el deseo de seguir hacia adentro. Lo dejé todo al entrar, una vida que no muere, se aleja paulatinamente, guiada por el viento de algún Dios, o por la brisa vagabunda del olvido. No me detuve, los troncos altísimos eren más y más a cada paso, sus raíces empezaron a hacer un camino. Escuchaba aves, pequeños sonidos emitidos por insectos, felinos y roedores que nunca descubrí. Un río nació al lado mío y fue creciendo. Y fue ahí, en ese lugar alejado de todo que escuché el primer golpe. No me había dado cuenta que latía... estaba en un corazón, tranquilo y vivo.