Estaba soñando otra vez, la forma de su cuerpo me cubría, el tacto de fantasma se apretaba contra mí. La vi más viva que antes, de todos aquellos recuerdos de hace mucho. Sentí haber saltado de un sitio interminablemente alto. La humedad pura de sus besos me despertaban más, o quizás me hundía en la penumbra del lugar sin sentido. No lo sabía, porque en ese momento me dejaba guiar por sus palabras, sus ojos entretejían el infinito.
Mis manos recorrían su traslucido cuerpo,estaba hecha de arena cálida, y no se deshacía con las olas que íbamos creando. Su voz era una brisa. El sabor de su cuerpo era único y dulce.
Contemplé una galaxia que giraba en su interior, el dolor del animal cazado, el tiempo de una roca, el nacer de una tormenta. Me perdía y ella me traía de vuelta. Toda ella, un camino sin rumbo.
En la serenidad de su existencia desapareció lentamente, no pude despedirme, no alcancé a besar sus manos y la herida en el pecho apareció. No es preciso el instante cuando me dí cuenta de que ya no estaba soñando.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario