lunes, 26 de agosto de 2013

Podría no pensar esto después.


Lo que quiero decir es que hay siempre un cambio imperceptible e inexorable. Es lo más vulnerable que tenemos todos: la escienca; que va como transformando nuestro interior; es como una casa que no cambia de fuera pero sí de adentro. Las diferencias de ideas con las que interpretamos, con las que nos expresamos, nos afecta mucho cuando empiezas a hablar de tu vida con una persona que ya conocias y que tiene mucho tiempo de no verse; esa persona te dice que has cambiado, y es entonces cuando te das cuenta, cuando sabes que has cambiado, te llega hasta de golpe (ni en cuanta) de como te has transformado. 

Vamos cambiando. Veo un ejemplo de éso en el humo y su inescrutable hábito de modos. Se tendría que saber más de Heráclito para dar más concretamente estas ideas; conocer las palabras de cualquier dios o mesías.

Es una fractura de lo que somos, una especie de línea que se une con un trozo de otra línea de otra línea para formar un todo, que siempre es mucho más coherente de lo normalmente visto, sabido.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario