Cuando uno ama el mundo en que vive tiene un sentido más armonioso, la vida se disfruta más porque está enriquecida por un néctar sagrado. El acto de amar hace que lo hermoso de todo resalte a la vista; desde lo más sencillo, como una caminata o ver el cielo, tenga un significado especial en la memoria, si es que se comparte con la persona amada. Hasta lo más complicado, piensen en el amor mismo, comience a trabajar de distinto modo en el pensar.
Lo triste es cuando ese amor se pierde, se extingue, y atraviesa nuestras manos cerradas como arena. Lo triste es el cambio de observar las cosas que antes tenían en sí mismas la gran potencia de revivir recuerdos gratos. Y se despiertan en ellas sentimientos que aceleran el corazón o hacen explotar la tranquilidad.
No sé, nunca sé cómo reaccionar a tantas emociones que me recorren el cuerpo, sangre cósmica, al ver una banca, una calle o el dulce preferido por ella. De solo darme cuenta de que está ella dentro de mí y cada cosa es como un ventanita donde se asoma para verme otra vez con sus felinos ojos; se agolpa el tiempo, se detiene un momento para decirme que me ama. Yo la extraño de verdad.
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