jueves, 25 de septiembre de 2014

Después regresaste.

A ti te he visto, Amor mío, hoy; el recuerdo de tu viva imagen traza un laberinto azul y obscuro en la electricidad de mi conciencia, diáfano circunloquio en el cual te he vivido. Las líneas rectas de las puertas están abiertas. Todas las cosas saben que te espero. La tersa pupila dilata tu recuerdo, lleno de perfume y abismo. Hoy quiero hablarte donde no esté tu eco, tu llanto que alguna vez vi (sintiendo que era el tuyo, llanto de niña, el más hermoso). Pensando en ti mis manos abrazan un aire sólido. No fantasmas, en cualquier lugar escondidos. Y vienes a mí, año primero de tu separación. Te veo cada vez más cerca venir, sin enfermedad ni muerte ni palabras, mas un recorrido astral te envolverá en el manto del destiempo; guardada en el pecho tuyo y mío has de renacerte, de reconocerte, de saberte amada. Secretos, consuelos, filosofía hecha para hablar entre dos, entre tu misma y alguien fugaz.   

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