jueves, 18 de septiembre de 2014

Todo soy yo. ¿Todo soy yo?


Este fuego es mío, de mi interior y por todos lados. Claro que no es constante, su aparición surge tan fuerte entre los movimientos latentes del beso; siluetas arraigadas a la tierra lo despiertan. A veces el fuego me quema, lo llevo lo mismo que el dolor de la herida abierta; otras, prende mi sangre, y en las noches la oigo crepitar. Pero no brilla, no muestra su luz, este fuego mío no muestra su luz.
  La voz de una mujer clara, reposa en mis recuerdos. Eso es increíble, en mi cerebro se genera una electricidad que va transmitiéndose de neurona en neurona, nada fuera del universo, todo es real. Pero la conciencia es algo que me inunda de misterio, se transmiten tantas y tantas ideas, emociones, sensaciones, y en cada cerebro se percibe la realidad del hombre por sí solo. Nada se nos muestra como es, se necesita de un ser que perciba el mundo para lograr interpretarlo, aunque no es necesario que exista una conciencia para saberlo existente. Allá dentro el recuerdo de ella se mezcla con mi realidad, se dibuja su cara, la alegría de su persona, el color de su ropa, su forma; miro hacia arriba o por debajo del mundo y la encuentro en el tejido de mis venas. Siento vibrar su canto, su inesperado reencuentro con mi tiempo. Todo se devuelve, si lo deseas y si trabajas duro por ello. Devuélvenos el amor, la palabra silenciada, la pasión vehemente del arte.

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