Mirada.
Entre las madrugadas despierta de un sobresalto el mirar de mis ojos, que derrumban las paredes, pulveriza el cemento, corroe el metal de la casa, que vuela a través de los edificios, recorre una distancia que no conozco. Y si se atraviesa un cerro lo mina; un animal o persona o insecto, pasa por sus células (pero no se baña en sangre). Las límites de los horizontes se acercan más y más. Primero comienza desde donde yo estoy y llega hasta ti, que has de estar durmiendo, haciendo tareas o preparando proyectos. No hay taza de café ni aromas nuevos que me hagan dormir. Lo que hay es una ausencia, una incertidumbre, un misterio que pronto desaparecerá. Porque mañana, cuando despierte, después de vencer al insomnio y volver a acostarme, ahí vas a estar tú, en el mundo, a mí lado, soñando.
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