¿Y mi miedo dónde está; en que parte puedo yo arrancarlo de mí? No puedo dormir, odio no poder dormir. No puedo pensar bien, me duele la cabeza, me duele la cabeza... las cosas van perdiendo su color, su tono de siempre. No soy el de antes, no soy el que quiero ser. Ya nada me da alegría, no veo claro y no quiero ponerme peor.
¿Y la muerte? ¿y cada vida? ¿las historias que hemos dejado atrás? ¿y los besos? ¿y el amor de Dios? Tengo la voluntad, y tengo la paz, pero tengo esta maldita tristeza enterrada de raíz.
¡Quiero dormir! ¡Quiero quitarme este horror del cuerpo¡ Las pesadillas, sí, las pesadillas se salen de los sueños y me empiezan a espantar de nuevo. Soy el de ahora, soy el que permanece en un presente; no encuentro nada.
Apagué la luz una noche, sentía que si apagaba la luz aparecerías entre las sombras de mi recámara y aquí estabas, andabas por un momento entre mis manos como un humo que se dispersa, que se dispersa siempre.
Parece ser que el espectro de un pasado atormenta un presente, pero...¿Qué serian las casas viejas sin sus amables espectros?, suena cada palabra dentro del tiempo y restalla cada verso al compas de la noche...
ResponderBorrarLo malo es, en mi opinión, cuando esos espectros que están en un pasado vuelven al presente en su forma original para retorcerte la realidad, y por consecuencia la tranquilidad.
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