Después el fuego comenzó a quemar mi corazón, lo sentí más cerca; calentando mi piel desde adentro, igual que la sangre nos va recorriendo. Era líquida su forma, era mía su forma. Atravesando la individualidad, me dejó que la entregara al amor... y en un beso, en unas palabras, en una mujer está ahora también.
Sé que no tengo la edad suficiente, ni la inteligencia, tampoco una madurez para saber a dónde se dirige ahora. La tengo en mis manos, en mi corazón, en el pensamiento. No todo el tiempo, casi siempre se va a no sé que sitio de mí, pero lo siento.
¡Oh, Fuego mío, ven aquí, ya hace mucho que no te encuentro y que no vienes!
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