El tiempo avanza, es natural su paso, no se apresura ni se detiene para nada. Una acción universal que tal vez puede estirarse o doblegarse, esto no quiere decir que cambie su estado, más bien es una forma de decir que su relatividad no depende tanto del ser o la materia que existe en él; es un proceso que no es simbólico o de situación múltiple. Me lo imagino como un gran cuerpo, donde brazos y piernas tienen un movimiento que no es igual al de su corazón o a los músculos de la cara. Hablo de una idea sencilla, es más, es incluso una consecuencia de las curiosidades que voy aprendiendo, a través de personas o en fuentes poco confiables. Pero lo que intento no es dar un dato científico, ni una explicación; digamos que es un soliloquio... no; digamos que es una conversación entre tú (Paloma) y yo, en la cual, por esta ocasión puedo yo hablarte sin la necesidad de una respuesta o el experimento de tratarte lejana en el aquí y el ahora.
Hablo del tiempo, porque a veces lo siento como un dolor, como una forma en que algún dios antiguo toma venganza de su propio olvido, y soy una de las tantas víctimas; también se me ocurre como un acto amoroso que me has dado, para que veamos que el amor nuestro es una forma abierta de vida, o cerrada, ya no sé.
En fin, para terminar esto: tal vez acabe pronto nuestro lento olvido, y se transforme en reencuentro de tú conmigo y yo contigo. O sea, que dentro de muy poco volveremos a vernos de frente, cara a cara, para podernos comunicar el alma encerrada, dos voces que se tocan físicamente...Tiempo es, Amor,la manera de amarnos.
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