domingo, 28 de julio de 2013
Los miedos de mi presente.
El andar por la vida es un equilibrio donde el miedo de caer está siempre presente. La caída es: el fracaso y las corrupciones del pensamiento.
De niño tenía miedos distintos a los que ahora siento: a la obscuridad, a los fantasmas y monstruos que estaban escondidos en cualquier rincón de la casa o de los lugares solitarios, a ser regañado por alguna travesura, a cruzar la calle, a que me dejaran solo a la hora de ir a dormir.
Hoy, al ser casi un adulto, los miedos son más potentes y peligrosos que antes. Todos los niños que fui ya no lo son, soy una pérdida de una infancia buena y sana. Me duele crecer, ser responsable, tener dinero, trabajo, bienestar, felicidad. Podría decir que el dolor de ser adulto repercute en mi actitud (idiosincrasia vulnerable). (Caída.)
La falta de cualquier cosa que sea importante da más miedo que todos los miedos, y siempre falta, nos falta algo que necesitamos para estar bien. Uno tiene que pararse en el borde del confort, una cuerda floja con un equilibrista herido, beodo por el destino trágico, donde el trayecto es siempre recto.
Amor, la existencia es mi palabra secreta, es mi verdad, mi insatisfacción. Soy existencia, río que avanza lentamente con una barca que se va destrozando. En tu cuerpo: ojos, voz, piel, el deseo; me veo a mi mismo dentro de ti, también la vida misma está en ti como un aíre que te cubre y me seduce; las flores, las palabras que dices invocan la luz que me guía, que me da el equilibrio bueno.
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