domingo, 15 de junio de 2014

Qué es ella.


No era lo mismo. El estar con alguien más me pasmó. El sabor de su boca se desbordó hacía un pensamiento neutro, la forma en cómo mis manos recorrían aquel cuerpo nuevo me daba la impresión de no tener tacto, ni disfrutar. Me di cuenta que el recuerdo de ella (sí, siempre Paloma) destruía con gusto la cara de quién me besaba con furia. Cerré los ojos con fuerza. Imaginé a Paloma sobre de mí, quería sentir la sonrisa de Paloma.
Siempre ella, su voz queda, el contorno de sus ojos, la piel de sus espalda; el olor que me mata igual al quien siente la soga estrangulandole el cuello. Recuerdo que una vez quería matarla, su cara desesperada y con miedo me daba un gusto total, sólo la muerte de ella podría calmar mi existencia. Pero no era cierto, ella vive y me da paz... se fue, sí, se fue lejos. Ahora lloro con un bebé, nunca pensé que ella se iría, un cuento de hadas donde todos mueren al final. Su sangre sigue corriendo por mis venas, estoy loco de querer estar y no estar.
No pude resistirme a la idea de Anabel, nunca pude consagrar el amor con ella. Y ahora veme aquí, en silencio, besando a otra mujer que no me gusta. Un cadáver en movimiento, después de todo, quién está seguro de que la vida no es esto. Una completa decepción, una forma de dejar de ver a dios. 

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