De repente, de repente, en un parpadeo; todo ha cambiado. Empiezo por darme cuenta de que no hay sonido de violento rayo, tampoco humedad penetrando los pulmones, heridas, ni cicatrices en la sangre ni grietas divisoras. La luz solar, igual que un adorno dorado, expande las regiones internas, atraviesa mi substancia.
Solamente la tierra y yo.
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